Cultivado en parcelas de microterroirs del Valle de Uco, Mendoza.
Fresco y equilibrado, como las aguas que refugian las fontinalis.
Sin paso por madera.
El cielo despejado y el viento suave fueron testigos de aquella tarde.
Lance mi woolly buger con el anhelo de dar con una fontinalis.
Cuando mi línea se tensó, aquella ilusión se convirtió en emoción
y todo se redujo a un vaivén silencioso entre ella y yo,
como si la naturaleza me hubiese elegido para jugar un rato con ella.